viernes, 19 de julio de 2013

VENDIMIA


Un olor a tomillo, olor a mosto,
en la vasta llanura, corre, vuela,
en el Lagar derrama, a mar y vela,
engrosando el haber, segundo agosto.

El campo es alegría verbenera,
los pámpanos cargados de valores
repletos de hermosura y de sabores,
relucen, cual jardín, en primavera.

Un humano hormiguero es el camino,
ya de noche o de día, sin pereza
cortando de la tierra la corteza,
el carro viene y va hacia su destino.

Colmado del producto, vino en rama,
uvas que como perlas se amontonan,
si de noche, timidas se asoman
a ver la luna que su luz derrama.

En los claros albores de la aurora
que en blanco manto, envuelve el nuevo día
y, el Astro Rey inunda de alegría
la humilde faz de la vendimiadora.

Que entre la fresca brisa aparecía
diezmando de las vides la hermosura
¡al cortar los racimos con dulzura
su canción desgranando su alegría!

Sus diminutos pies van visitando
los pámpanos reverdes uno a uno,
cortándole los frutos de uno en uno;
juntos la gran espuerta estén llenando.

Abierto está el capacho en el lindero,
el carro, avanzando en la ladera,
en el Lagar el pisador espera
al mozo e intrépido carrero.

Espera cada día y con primor
llegar uvas y mosto que él moltura
con sabio oficio, con cordura,
transforma el mosto en vino ¡con amor!


Faustino Rosado Castillo 

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