martes, 26 de mayo de 2015

EL GAÑAN

En el templo de la quintería
reza solo
su letanía de soledades, en las arrugas del candil
zurce su ilusión estéril
y esculpe su ilustración de aridez a golpe de azada
entre los callos, el madrugar de la reja
-aguzada de fuego y yunque-
despierta de horizontes robando surcos a la llanura

Y al séptimo día...
con un mendrugo de aliento en las alforjas,
con una luz de aceite en la redina...
mata el último hambre de la semana
unas gachas y otro funeral
con siete siglos en su alma conformista,
senequiana y siete esperanzas en su corazón grande,
dulce aunque ajado por la tiranía de la vida.

Y volverá a su casa a recobrar la voz
olvidada en la almohada de la boda.
Dibujará de nuevo al hilo en sus ojos
arropado de mudez, de ausencia paterna
aupándole a crecer para que alivie su soledad
y comparta la vigilia austera en la besana
entre las patas de la mula compañera y confidente:
casino cálido en las noches de mirada fría,
única en aquel mar de tierra áspera,
en aquella tumba donde caerán sus huesos maltratados
heridos de inalcanzables sueños.

Y al séptimo día...
-en el corro paisano de la plaza-
un trato de trigo o de oración vinatera
y otra charla sobre el tiempo
o la siembra o las mulas o las gentes
o la fulana aquella que él conocía y...
otro hato para siete desiertos,
siete cicatrices, siete
melancolías.
Y después siete años 
y otros siete más inviernos escasos sobrados de hambre,
agostos implacables, crueles
rayos de fuego. Infierno en las eras
al pie de la trilla con panes de mieses
y vientos de alivio.

Y al séptimo día...
cansado de llorar sudores, muerto.
Calma rota en el horizonte infinito
estepa callada, avispero de luz arrodillado
en los brazos de un día moribundo
se apaga el gañán, humilde
mudo peregrino
estriado de tesón, satisfecho,
harto de dolor y ahogado de lágrimas.

Al séptimo día...
septenario de antepasados
yació el campesino en el cáliz de la sombra
anónima, sedienta de ocres, confundida.
Espejos y espadas las siembras tendidas rezando
la frágil desnudez humillada.
Amapolas, pechos rojos de la tierra,
campanas tocando nubes de silencios.

Entierro místico de tinieblas bordadas
de luto, la Mancha, la gañanía...
¡Todo el campo de duelo!


Araceli Olmedo

lunes, 25 de mayo de 2015