COMO UN RÍO
Un hombre es como un río:
a la intemperie, solo,
ha de cruzar las cuencas de la vida.
Un hombre siempre viene
del insondable misterio de la Nada,
de la profunda soledad del Tiempo,
y lo mismo que los ríos
se va precipitando
en el mar riguroso de la muerte.
Brota, junto a su cauce,
una rivera fértil de fracasos,
una alameda gigantesca de álamos
que ocultan su canción
y su alegría.
Un hombre es, casi siempre,
una corriente de agua despeñada,
que va a romperse contra los abismos
de sus propias preguntas imposibles.
José López Martínez