martes, 30 de junio de 2015

jueves, 11 de junio de 2015

NOTAS AL MARGEN

Como una vaca en camisón de flores me sentía yo
entre aquellos muchachos y muchachas de papá y mamá,
de esta era cibernética y eléctrica.

Atada con un grillete al centro de gravedad de las palabras
establecido por la carne opulenta de mi baja espada
y el tintineo de las pulseras en mi muñeca,
pensaba que me harían bailar sobre una banqueta
un sinfín de músicas absurdas y ridículas que,
en poco o nada, se parecían a los digitalizados acordes
que ellos acostumbraban a traducir con sus mágicas caderas,
cinturitas de avispa estambradas en sus modernos pantalones.

Difícil tarea la de escurrirse hasta la puerta
ante esa multiplicidad de espectadores que te instan a responder
sin posibilidad de guardar la distancia interior
de los gestos disimulados del actor en apuros.

Mientras yo continuaba declamando a Keats
y a Ted Hudges por los rincones,
para escaparme sin ser vista, imperceptible,
como una tarde ociosa de domingo, sutil y absurda,
como una tosecilla nerviosa y desganada.

¿Y cómo invertir las miradas
que construían esa atadura
sobre mi propia institución gravitatoria?

Mientras me repetía una y otra vez:
"La autocompasión no es autoindulgencia".

Tratarse bien a uno mismo puede mejorar la salud.
Crecer implica dedicación, sufrimiento y esfuerzo
y, observar la realidad permite la calma,
pero aún no sé qué sentido tiene la vergüenza,
sé que comienza aquí, en mi miedo
y también, y lo que es peor,
en mi voluntad.

Pero yo siempre anoto cosas en los libros,
notas al margen.

La verdad es que la tecnología
es un elemento instigador del terrorismo.
Lo cierto es que tengo muchos libros,
debería saber cómo utilizar su contenido.

Por fin me armé de valor e intenté bajar de la banqueta,
pero al hacerlo, metí el pie entre uno de sus travesaños
y caí en mitad de aquellas risas,
de muchachos y muchachas
de papá y de mamá, al suelo.

Me levanté como aquél que tiene
la completa seguridad de formular preguntas válidas
y de sugerir respuestas exclusivas, y les dije:

"Como os iba diciendo, la era digital pone en peligro
la sana costumbre de anotar al margen, algo que, por otra parte,
la gente educada y respetable no hace".

Agarré mi portátil y salí pensando:

"La verdad es que actuar es un arte personal e imperfecto".

Mª José García Bolós

miércoles, 3 de junio de 2015