lunes, 23 de diciembre de 2013

FRACASO DEL VENCIDO

Buscas heridas y torturas
como si fueran grabados, tatuajes
sobre esta piel del corazón
sensible, pero firme.

Copas de veneno viertes en estos ojos
y en estas plumas como alas,
de estas maquilas vacías por el miedo.
Atropellas los puentes
y las lágrimas que ahogan la garganta.
Sólo por el placer de cometer un crimen
y ver sufrir con ese frío repentino que recorre tu nuca.

Criminal,
ciego de tu culpa y de tu rabia.
Verdugo de cavernas horrorosas
sumergidas en la ladera
del fuego de tu ira,
clavada en tu frente y tus mejillas.

Como un farsante
cruzas tu mirada con tus víctimas,
navajas de plata que se rompen
en la espalda y el cabello
del deseo horrible, espeluznante, que te ocupa.

Nadie te ve, pasas desapercibido;
como un ladrón maquinas tu venganza,
como un camaleón
en constante simbiosis con el miedo,
huyes de los hombres
como el hambre ya saciada;
banderas y policías deshojan tu pasado
de cadenas y mentiras.

Pero es tarde para convertir este calor en hielo,
es tarde para dilapidar la libertad
que contiene a la idea y la sonrisa.
 
Es tarde,
muy tarde para matar esta esperanza
que no te pertenece
ni te alienta a la victoria.
 
Tu fracaso es mi pedestal,
el trampolín desde el que grito,
sin necesidad de hablar.
Y todavía estoy aquí,
te sigo esperando,
que este combate aun no ha comenzado
y, lo mejor de todo es,
que a pesar de tus empeños,
aún no me has conseguido.
 
Mª José García Bolós                       

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