viernes, 27 de diciembre de 2013

AL FIN Y AL CABO

No es fácil suspenderse en el recuerdo del otoño
mirando el paisaje tras los cristales humedecidos,
apenas el tiempo espera que la piel se cubra

y los pies aún fecundan el tacto afable de las sábanas;
la mañana precipita su deseo de enemistad,
nos hace volver a sentirnos hombres desnudos
y a cada cual le llega la triste melancolía,
como aquellas lágrimas que precipitan al vacío
cubriendo el abismo de océanos tormentosos.

Es la noche nuestra aliada, en esta batalla
donde el deseo surca los sueños
y las pesadillas se catapultan al extremo opuesto
de nuestro desconsuelo.

Y al fin y al cabo, todo este diabólico juego
siempre acaba en el mismo lugar donde todo comienza


Miguel Ángel Bernao

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