viernes, 21 de junio de 2013



 LLANTO EN LAS HERIDAS DE LA TIERRA


Cuando el tiempo navega hacía
lo oscuro
y brota llanto en las heridas
de la tierra,
hay que tomar la antorcha y
ser equivalentes.
                       
Por eso
me abrazo a la columnas  que sostienen las palabras,
busco sin prisa las razones
de este vacío inmenso, de
esta noche sin leyes
y descubro que nada me
compensa mentirme
ni mentir a los otros acerca
de mí misma.
¿No estáis viendo que ya me
he despojado
de mis alas de falsa
mariposa?
         
Porque hoy como ayer se pisa la
verdad
y apenas queda luz en el faro
de la costa,
me niego a negociar con mi
conciencia humana.
  
Por eso
procuro no hacer promesas en
el aire,
porque lo prometido raras
veces se cumple.
Nunca veréis mi rostro en las
fotografías
donde se ostenta lo
sofisticado,
el poder del dinero, la fama
inmerecida,
los besos que se dan con
labios falsos.

Me niego a arrodillarme
ante ídolos torpes,
miserables,
ante un Dios vengativo,
ante aquellos que dicen que
siempre han existido
los ricos y los pobres.


Me niego a
compartir
las fórmulas que admiten y
bendicen
la explotación del hombre
sobre el hombre.
Aunque vengas envueltas en
hermosos mensajes
de eruditos sociólogos
nunca cierro los ojos ni la
voz ni el oído
a las palabras libres
que son como los puentes
sobre ríos sin agua.

Me sublevo ante las puertas
que aparecen oscuras y
cerradas
para aquellos que nacieron de
espaldas
a la suerte, sin paredes ni
techos.
Y también para bellas
muchachas
que han vendido su cuerpo por
un pan necesario.

      
La vida es despertar
de cara hacía una  meta de todos o de nadie.
No puedo disculpar a las
multinacionales
que explotan a las masas en
ellas atrapadas,
ni a los santos inocentes de
las carreteras
o de la cocaína.
Porque avanzan con ellas
oscuros egoísmos
organizados, lujos con
marcas, guerras y mísiles
de dentelladas venenosas,
minas ocultas, credos
terroristas, mi conciencia de
madre
se niega a proseguir ese
camino
y también a las falsas
estadísticas
de los países ricos
con bolsas de miseria y
barrios marginales.


Lejos de mí las
confabulaciones
de sabios oficiales, plumas
comprometidas,
camaleónicos comunicadores,
chulos que se alimentan de
chismes cortesanos,
ladronzuelos de lujo,
mientras naufragan las
pateras
y los muchachos pobres
empuñan  fusiles
o rebuscan comida en los
estercoleros,
junto a los perros
abandonados.

La vida
no es exclusiva de privilegiados
con derecho a romper la
pureza del mundo,
los ríos y las selvas,
helados continentes,
los mares, las montañas.
                                       
Todos
somos
deudores del futuro,
pulso de las constelaciones
los hijos obligados de la
naturaleza



Natividad Cepeda 

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