LA POBREZA
Cuando a la pobreza de pedir
le anudemos la corbata al cuello
y la vistamos con nuestras mejores galas,
cuando la pintemos de maquillaje
su duro rostro apaleado de la vida
y le demos a tragar un Peinado
Reserva 100 años.
Cuando llevemos a la pobreza
a deleitarse con adagios
de Albinonis o tocatas bacherianas
y tenga una cena de esas de postín
donde es más grande la vanidad
que hay en los platos
que la música de hambre de la tripà,
cuando a la pobreza le diésemos
la única pobreza
que de billetes nos rodea,
entonces la pobreza sabrá
que la abundancia es rica en subsistencia
de banalidades y pobre, muy pobre
en el verdadero sonido del corazón
Rubén Pérez Redondo
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