sábado, 19 de diciembre de 2015

POR TI HE MUERTO


Me hiere la indolencia del recuerdo
que custodia el candado del tiempo;
ya se derrumbó la noche en la planicie
de las profundas estrellas ingobernables,
las lágrimas asidas en los ahogados trances
y la turbiedad del insatisfecho privilegio
invocando borrascas y tempestades.

¡Cuánta emoción desdoblada en ínfimas porciones!

Por ti he muerto cien veces y, aunque todo nos pertenece,
dime, ¿dónde empezar sin ti y dónde esconderme?
Me hiere aprender a olvidarte,
ceñirme al silencio del ataúd
que encomienda mi tristeza
y la negrura de la insondable tierra,
que hiere besar los pernios de la muerte
y sofocar mi pasión con las liendres
del olvido y los efluvios del destino.

¡Cuánta emoción desdoblada en ínfimas porciones!

Me hiere el dulzor amargo del olvido
el silencio, y el vaivén del oscuro desenfreno;
hoy he vuelto a amar, rozando mejillas húmedas
y labios sedosos, hoy la belleza me ha aturdido
en el lapso continuo de mis inabarcables contornos.
Hoy, he vuelto a amarte y me has besado,
y el mundo ya no gira, ni el tiempo se apresura
a dejar en el olvido el recuerdo del pasado.

¡Cuánta emoción desdoblada en ínfimas porciones!

Por ti he muerto cien veces y, aunque tú no me perteneces,
dime amor, ¿dónde amarte a solas con el beso de la muerte?





Miguel Ángel Bernao

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