viernes, 10 de abril de 2015

ELEGÍA POR UNA NAVAJA

Esta navaja, lúcida y mellada,
hirió la carne de la viña, un día,
dando origen feliz a la agonía
de la uva, a la muerte condenada.

Quizá contrita y no desmemoriada,
recuerda, en otro tiempo, su porfía
contra el racimo. ¡Cuánta lejanía
en presente de triste jubilada!

Perdida en un rincón, sólo es memoria.
Metal que se olvidó de la querella.
Añoranza de azúcar y de gloria.

No sienta el vino compasión por ella.
Por iniciar la magia de su historia.
La mancha le bendice cada mella.

Jacobo y Enrique Melendez

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